domingo, 3 de agosto de 2025

El camino de la mano siniestra

 



Esta es una historia personal, me sucedió hace mucho cuando era muy joven y me gustaba experimentar toda clase de sensaciones, una de ellas era la de consumir sustancias que te alteran la percepción de la realidad.

¡Advertencia! No favorecemos el consumo de ningún tipo de sustancia, no lo aconsejo, puede ser mortal.

Era un viernes por la noche en el lejano 2005 y no había mucho por hacer así que con algunos amigos decidimos ver los premios MTV música latinos en sus primeras ediciones, se presentaba “Calle 13” con su pegadiza canción “Atrévete” mientras tanto, empezamos a tener hambre y como no teníamos mucho dinero para comprar algo de comida, simplemente asaltamos la cocina de nuestro huésped y encontramos que había frejoles con arroz, nos servimos tres platos y mientras veíamos la TV comíamos nuestro frejol y arroz, al rato, en plena comilona, alguien tocó la puerta, era uno de los amigos de mi amigo, quien era dueño de la casa, lo invitaron a pasar, en un principio cuando lo vi no me agradó, estaba sucio, olía mal y al parecer buscaba un lugar donde pasar la noche, yo que mis amigos no le abría y dejaba que se busque otro lugar donde vagar, me parecía uno de esos hippies que aman la naturaleza y que viven despreocupados sin hacer nada; se sentó en uno de los sillones y comenzó a reírse sin razón, uno de mis amigos que lo había visto, dijo: Oye, ya sé que tienes, a ver muestra, el hombre sacó de uno de sus bolsillos un poco de yerba algo verde que no sabía que era, él dijo es “hachís”  y de inmediato la curiosidad de mis amigos y la mía le preguntamos ¿Qué hace? Él dijo esto, te hace volar, entonces uno a uno comenzamos a probarla, era cierto, de inmediato se sintió aquel despegue, una risa incontrolable, una sensación de alegría inimaginable, todo era gracioso, nos reíamos a carcajadas yo era uno de los que más escandalosamente reían, sin embargo, algo paso en este momento.

Nosotros estábamos en una sala y al lado de ella había una escalera que conectaba con el segundo piso, la casa es algo vieja y anticuada, por alguna razón mientras reía a carcajadas, mi mirada se centró en la escalera, no dejaba de mirarla, de inmediato vi con mis propios ojos algo espeluznante, una mujer bajaba de la escalera, así como la escena de Linda Blair en el exorcista, en forma de araña, la risa se me borró de forma inmediata y atiné a gritar ¡MIREN! ¡EN LA ESCALERA ALGO HA BAJADO, UNA MUJER, ES UNA MUJER, ¡DIOS! Mis amigos se reían de lo que hablaba, yo les decía, es real, la mujer bajó por las escaleras ¿NO LA VEN? Les dije, ellos seguían riendo y elevándose cada vez más, yo no, estaba muy asustado, pues sentía frío, mucho frío, mis manos quedaron entumecidas, y no alcanzaba a hablar, solo me tocaba el corazón y tanta fue la impresión de mi rostro que mis amigos me tomaron en serio, me había puesto azul y mi corazón empezaba a palpitar muy fuerte, el hombre que también se reía y era amigo de mis amigos, dejó de hacerlo y les ordenó a mis amigos a que me agarren de las manos y me calmen, mientras tanto yo sentía que me iba de este mundo, sentí algo rarísimo como si me dieran una patada fuerte en la espalda y en el pecho a la vez y que producto de esa patada tan fuerte habían sacado mi alma de mi cuerpo, fue rapidísimo, en una fracción de segundo yo veía a mis amigos con mi cuerpo mientras me iba, la realidad no era la misma, era como si pudiese elevarme y ver otros cuadros, no vi mi vida, sino cuadros y mucha oscuridad, veía los átomos, las partículas infinitamente pequeñas jugar con ellas, sentía música y me perdía en ella, era como sumergirse en un estanque sin fondo, sentía que recorría miles de kilómetros en segundos, era muy rápido incluso más que la luz, donde iba ya no había nada solo oscuridad, ciertos cuadros con vivencias al azar, nada importantes, sentí que alguien golpeaba mi pecho, fuertemente, aquel cuarto negro donde estaba empezaba a tener sentido y a llenarse de luz, al volver en sí estaba en la ducha recibiendo agua fría directo a mi cara, me calmé un poco, me dieron unas toallas, me secaron, me llevaron a la mesa del comedor, era raro, yo sentía que era un espectador y el protagonista a la vez, dos personas habitando el mismo cuerpo, al sentarme en el comedor, mis amigos me miraban algo tristes, preguntándome a cada rato que sí estaba bien, no les decía nada, absolutamente nada, solo miraba fijamente al hombre que habían traído, solo eso, mi mirada era fija, este chico, me sirvió un vaso con agua el cual rechace y escupí, sin razón alguna, claro era yo, pero en este caso un mero espectador y quien era yo en ese momento era otra persona, el chico dijo “LEFT HAND PATH” y sumergí mi mano izquierda en el vaso con agua, de inmediato brotó una especie de líquido blanco, mediamente denso, mis amigos miraban atónitos, el chico hizo un movimiento extraño con las manos, la derecha señalaba arriba y la izquierda abajo, desde mi asiento como espectador de este acto, no entendía que rayos había hecho, pero la persona que me encarnaba a mí sí, esta persona que no era yo, empezó a hablar con él, quiero olvidar lo que vi, pues no era yo lo juro, esta persona que me movía, se sentó de forma rara, miraba de forma rara y hablaba mucho más raro que yo, cantando o impostando la voz a algo muy agudo, no lo sé realmente, desde mi asiento yo estaba aterrado, el chico, dijo ¿Cuáles son tus intenciones? Yo en mi asiento de mero observador no entendía nada, quién era ese impostor que se hacía llamar yo y porque yo no hablaba.

Mis amigos escuchaban con miedo todo aquello que aquel hombre contaba, de ahí no recuerdo mucho, solo que me levanté a eso de las tres de la mañana en el sofá de la sala de mi amigo, estos estaban durmiendo, se alegraron al verme, me llamaron un taxi y me enviaron a casa.

Pasaron quince días aproximadamente, cuando nuevamente me los encontré, reímos y contamos muchas cosas de ese día, hasta que tocamos el tema.

Me dijeron, “Hermano, enloqueciste” No lo dijo riéndose, sino afirmando, me dijo me diste mucho miedo, pues, dijiste que había una mujer que había bajado las escaleras y aunque no me lo creas es cierto, había una mujer, pero no ahora, sino hace mucho que falleció callándose de las escaleras, que eso lo había dicho su madre, pero que no les comentó, esa casa era propia y ellos alquilaban en ocasiones.

De ahí me dijo que yo había sido consagrado al “camino de la mano izquierda” ¿Cómo, yo? Sí, me dijo que aquel chico era una especie de chamán, que hacía viajes con Ayahuasca a los gringos intrépidos y que muchos de ellos estaban en aquelarres y venían a Perú por su misticismo y encantamiento, me dijo que alguien de mi familia, hizo esa consagración para evitar el daño o pesadas cargas que mantenía mi estirpe y que quien salió a hablar con ellos era una especie de guardián que al verse seducido por lo que se hacía actuó con naturalidad.

Yo no le creí nada, hasta que investigué un poco y recordé ciertos pasajes de mi niñez y adolescencia, eventos muy traumáticos que viví y cuál era mi comportamiento, siempre sentía que había algo en mí que me aconsejaba y que no era precisamente mi conciencia sino una voz interior muy sabia.

Me dijo, que tuve un viaje astral, que visité el mundo de la nada y volví con algo más de conocimiento, pero que a cambio había sacrificado a mi guardián.

¡Estupideces! Le dije, las drogas hacen daño.

Sí, eso les dije, deje de salir con ellos, esa sensación fue muy cercana a la muerte, supongo que no podría soportarlo.

Sin embargo, quedo en mí esa curiosidad “El camino de la mano siniestra”

El hombre del sombrero

 

Esta historia está basada en acontecimientos reales, se recomienda discreción del lector.



Recuerdo bien que era alrededor de fines del 2017, vino a mi mente la dolorosa partida de mi abuela, ella durante muchos años había sido una persona sumamente fuerte mentalmente hablando, no le gustaban las divagaciones ni hablar fuera de contexto o sentido, era una persona hábil a quien le gustaba mucho leer en su tiempo libre, recostada en su cama, después del almuerzo.

La enfermedad que le dio, desconocida para nosotros su familia en ese entonces, iba mermando cada vez más su salud, algunas veces mientras estábamos en la casa, oímos que mi abuela entre sueños conversaba con alguien, o bueno balbuceaba, una vez me atreví a ir hacia su cuarto mientras dormía para poder escuchar lo que decía, algunas palabras no tenían sentido, tal vez porque eran palabras complejas, solo reconocía cuando decía “NO”, al despertar yo le preguntaba acerca de ese sueño y sobre todo qué decía en ese momento, en un principio me decía que no recordaba, estos sueños eran recurrentes, sobre todo en las tardes, donde podía escuchársele desde la sala, que mantenía conversaciones muy amenas, pero que de pronto sufría un cambio brusco y esta acababa siempre con un “NO”.

De igual forma que antes solía preguntarle ¿Con quién hablas? Esta vez sí se atrevió a decirme, me dijo que recordaba cuando era niña, que estaba jugando con sus amigas y que de pronto se aparecía un hombre vestido de forma elegante, pero antigua, con un sobrero de copa, le decía ¿Le conoces? No, me respondía, no lo conozco ¿Entonces de que le hablas tanto? Le repliqué, me dijo que de alguna forma le parecía muy familiar, que sabía muchas cosas de ella y que haciendo memoria siempre llegaba a interrumpir el juego con la excusa de llevarla a casa junto a su mamá.

Tal vez estas divagaciones de mi abuela no eran tomadas en cuenta porque sentía que era raro aquello que me contaba, esta misma historia se la conté a mi mamá quien al oírla lloró desconsoladamente, indicando que el tiempo de mi abuela estaba próximo a expirar.

Yo, por otro lado, no lo creía así, hasta que un día me dejaron a su cargo y tenía que llevarle al baño, basta decir que la enfermedad que padeció mi abuela fue decrepitarte, a tal punto que le impedía realizar sus actividades diarias, necesitando ayuda hasta para ir al baño y asearse, mientras la llevaba en el trayecto de su cama hacia el baño, se sentó y vio muy asustada una parte del cuarto, donde no había absolutamente nada, me dijo me da miedo “agárrame la mano no me sueltes” eso hice, la tomé firmemente y ahuyente a todo ser que pudiera molestarla, la llevé al baño y dejé en su cuarto.

Semanas después de este suceso, mi abuela falleció.

Esta historia se la conté a una persona con quien compartía el camino en ese momento, ella me dijo “así que él también se apareció” ¿Él quién? El hombre del sombrero me dijo, me explicó que tuvo un terrible accidente donde casi pierde la vida y que muchas veces inconsciente en su cama venía alguien a visitarla en las noches donde no había nadie, pero este no le hablaba, solo la visitaba, era un hombre de mucha altura y siempre de traje antiguo con un sombrero de copa, me dijo que en el hospital donde estaba en cuidados intensivos por el terrible accidente que padeció podía sentir que estaba en una habitación rodeada de gente y que este hombre solía acercarse a esas personas para hablar con ellas, ella no recuerda que alguna persona haya fallecido, pues me dijo que apenas salió de UCI la derivaron a otra sala.

Me dijo que este hombre ella lo considera la muerte misma, que viene a visitar a las personas, pero que su presencia no da miedo, sino que es como alguien conocido como un familiar, que sabe que cosas te gustan, que suele conversar mucho con personas de su interés y aquellas que no, solo la mira de reojo, pero que su mirada se siente como si lo hiciera fijamente, no es que se entre en pánico, sino que es raro, que alguien te mire con tanta intensidad.

Sin saber que este era un relato que tiene cientos y miles de coincidencias, fue mi primer acercamiento con una entidad paranormal que posiblemente habité en una dimensión distinta a la nuestra que tiene lástima o pena por aquellos que pronto perecerán, entendí que su presencia no asusta o de miedo, sino que es como la presencia de un familiar quien espera pacientemente por ti.

Existen muchas entidades parecidas a este hombre; sin embargo, a este debe reconocérsele por ser inofensivo, pues no ha mostrado aspectos de temor o amenaza, no confundirlo con los seres de las sombras o demonios nocturnos.