Esta es una
historia personal, me sucedió hace mucho cuando era muy joven y me gustaba
experimentar toda clase de sensaciones, una de ellas era la de consumir
sustancias que te alteran la percepción de la realidad.
¡Advertencia!
No favorecemos el consumo de ningún tipo de sustancia, no lo aconsejo, puede ser
mortal.
Era un
viernes por la noche en el lejano 2005 y no había mucho por hacer así que con
algunos amigos decidimos ver los premios MTV música latinos en sus primeras
ediciones, se presentaba “Calle 13” con su pegadiza canción “Atrévete” mientras
tanto, empezamos a tener hambre y como no teníamos mucho dinero para comprar
algo de comida, simplemente asaltamos la cocina de nuestro huésped y
encontramos que había frejoles con arroz, nos servimos tres platos y mientras
veíamos la TV comíamos nuestro frejol y arroz, al rato, en plena comilona, alguien
tocó la puerta, era uno de los amigos de mi amigo, quien era dueño de la casa, lo
invitaron a pasar, en un principio cuando lo vi no me agradó, estaba sucio,
olía mal y al parecer buscaba un lugar donde pasar la noche, yo que mis amigos
no le abría y dejaba que se busque otro lugar donde vagar, me parecía uno de
esos hippies que aman la naturaleza y que viven despreocupados sin hacer nada;
se sentó en uno de los sillones y comenzó a reírse sin razón, uno de mis amigos
que lo había visto, dijo: Oye, ya sé que tienes, a ver muestra, el hombre sacó
de uno de sus bolsillos un poco de yerba algo verde que no sabía que era, él
dijo es “hachís” y de inmediato la curiosidad
de mis amigos y la mía le preguntamos ¿Qué hace? Él dijo esto, te hace volar,
entonces uno a uno comenzamos a probarla, era cierto, de inmediato se sintió aquel
despegue, una risa incontrolable, una sensación de alegría inimaginable, todo
era gracioso, nos reíamos a carcajadas yo era uno de los que más
escandalosamente reían, sin embargo, algo paso en este momento.
Nosotros
estábamos en una sala y al lado de ella había una escalera que conectaba con el
segundo piso, la casa es algo vieja y anticuada, por alguna razón mientras reía
a carcajadas, mi mirada se centró en la escalera, no dejaba de mirarla, de
inmediato vi con mis propios ojos algo espeluznante, una mujer bajaba de la
escalera, así como la escena de Linda Blair en el exorcista, en forma de araña,
la risa se me borró de forma inmediata y atiné a gritar ¡MIREN! ¡EN LA ESCALERA
ALGO HA BAJADO, UNA MUJER, ES UNA MUJER, ¡DIOS! Mis amigos se reían de lo que
hablaba, yo les decía, es real, la mujer bajó por las escaleras ¿NO LA VEN? Les
dije, ellos seguían riendo y elevándose cada vez más, yo no, estaba muy
asustado, pues sentía frío, mucho frío, mis manos quedaron entumecidas, y no
alcanzaba a hablar, solo me tocaba el corazón y tanta fue la impresión de mi
rostro que mis amigos me tomaron en serio, me había puesto azul y mi corazón
empezaba a palpitar muy fuerte, el hombre que también se reía y era amigo de
mis amigos, dejó de hacerlo y les ordenó a mis amigos a que me agarren de las
manos y me calmen, mientras tanto yo sentía que me iba de este mundo, sentí
algo rarísimo como si me dieran una patada fuerte en la espalda y en el pecho a
la vez y que producto de esa patada tan fuerte habían sacado mi alma de mi
cuerpo, fue rapidísimo, en una fracción de segundo yo veía a mis amigos con mi
cuerpo mientras me iba, la realidad no era la misma, era como si pudiese
elevarme y ver otros cuadros, no vi mi vida, sino cuadros y mucha oscuridad, veía
los átomos, las partículas infinitamente pequeñas jugar con ellas, sentía música
y me perdía en ella, era como sumergirse en un estanque sin fondo, sentía que
recorría miles de kilómetros en segundos, era muy rápido incluso más que la
luz, donde iba ya no había nada solo oscuridad, ciertos cuadros con vivencias
al azar, nada importantes, sentí que alguien golpeaba mi pecho, fuertemente,
aquel cuarto negro donde estaba empezaba a tener sentido y a llenarse de luz,
al volver en sí estaba en la ducha recibiendo agua fría directo a mi cara, me
calmé un poco, me dieron unas toallas, me secaron, me llevaron a la mesa del
comedor, era raro, yo sentía que era un espectador y el protagonista a la vez,
dos personas habitando el mismo cuerpo, al sentarme en el comedor, mis amigos
me miraban algo tristes, preguntándome a cada rato que sí estaba bien, no les
decía nada, absolutamente nada, solo miraba fijamente al hombre que habían traído,
solo eso, mi mirada era fija, este chico, me sirvió un vaso con agua el cual
rechace y escupí, sin razón alguna, claro era yo, pero en este caso un mero
espectador y quien era yo en ese momento era otra persona, el chico dijo “LEFT
HAND PATH” y sumergí mi mano izquierda en el vaso con agua, de inmediato brotó
una especie de líquido blanco, mediamente denso, mis amigos miraban atónitos,
el chico hizo un movimiento extraño con las manos, la derecha señalaba arriba y
la izquierda abajo, desde mi asiento como espectador de este acto, no entendía
que rayos había hecho, pero la persona que me encarnaba a mí sí, esta persona
que no era yo, empezó a hablar con él, quiero olvidar lo que vi, pues no era yo
lo juro, esta persona que me movía, se sentó de forma rara, miraba de forma
rara y hablaba mucho más raro que yo, cantando o impostando la voz a algo muy
agudo, no lo sé realmente, desde mi asiento yo estaba aterrado, el chico, dijo
¿Cuáles son tus intenciones? Yo en mi asiento de mero observador no entendía
nada, quién era ese impostor que se hacía llamar yo y porque yo no hablaba.
Mis amigos escuchaban con miedo todo aquello que aquel hombre contaba, de ahí no recuerdo
mucho, solo que me levanté a eso de las tres de la mañana en el sofá de la sala
de mi amigo, estos estaban durmiendo, se alegraron al verme, me llamaron un taxi
y me enviaron a casa.
Pasaron
quince días aproximadamente, cuando nuevamente me los encontré, reímos y
contamos muchas cosas de ese día, hasta que tocamos el tema.
Me dijeron,
“Hermano, enloqueciste” No lo dijo riéndose, sino afirmando, me dijo me diste
mucho miedo, pues, dijiste que había una mujer que había bajado las escaleras y
aunque no me lo creas es cierto, había una mujer, pero no ahora, sino hace mucho
que falleció callándose de las escaleras, que eso lo había dicho su madre, pero que no les comentó, esa casa era propia y ellos alquilaban en ocasiones.
De ahí me
dijo que yo había sido consagrado al “camino de la mano izquierda” ¿Cómo, yo?
Sí, me dijo que aquel chico era una especie de chamán, que hacía viajes con
Ayahuasca a los gringos intrépidos y que muchos de ellos estaban en aquelarres
y venían a Perú por su misticismo y encantamiento, me dijo que alguien de mi
familia, hizo esa consagración para evitar el daño o pesadas cargas que mantenía
mi estirpe y que quien salió a hablar con ellos era una especie de guardián que
al verse seducido por lo que se hacía actuó con naturalidad.
Yo no le
creí nada, hasta que investigué un poco y recordé ciertos pasajes de mi niñez y
adolescencia, eventos muy traumáticos que viví y cuál era mi comportamiento,
siempre sentía que había algo en mí que me aconsejaba y que no era precisamente
mi conciencia sino una voz interior muy sabia.
Me dijo,
que tuve un viaje astral, que visité el mundo de la nada y volví con algo más
de conocimiento, pero que a cambio había sacrificado a mi guardián.
¡Estupideces!
Le dije, las drogas hacen daño.
Sí, eso les
dije, deje de salir con ellos, esa sensación fue muy cercana a la muerte,
supongo que no podría soportarlo.
Sin
embargo, quedo en mí esa curiosidad “El camino de la mano siniestra”
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